Ruth Albores
Hace algunos años mi vida era un auténtico caos. Iba corriendo a todos lados, se me perdían las llaves del coche, de mi casa, documentos importantes e incluso varias veces deje a mi mascota olvidada en la clínica veterinaria. Me sentía agobiada y de muy mal humor todo el día. Por la noche, llegaba a casa verdaderamente agotada, sin ningún ánimo de cocinar o de platicar con mi hija. Aterrizaba directamente a mi cama y literalmente me moría. Y al día siguiente lo mismo, lo mismo y lo mismo.
¿Esta historia les suena conocida? Desgraciadamente, así es la vida cotidiana de muchas personas hoy en día. Cada vez son más las personas que sufren estrés, ansiedad e incluso depresión.
Como era de esperarse comencé a enfermarme. Tenía un constante dolor de cabeza, palpitaciones, angustia. Acudí al médico y obviamente me recetó ansiolíticos. Por supuesto, yo no podía renunciar a mis múltiples actividades. En esa época, era docente universitaria, estaba iniciando un negocio de material didáctico, me estaba divorciando y al mismo tiempo, criando a una pequeña de 4 años. En ese entonces, desconocía la importancia de escuchar al cuerpo y de detener el ajetreo para hacer consciencia sobre lo que me estaba pasando.
Toqué fondo y definitivamente no podía continuar viviendo de esta manera. Empecé a buscar alternativas, opciones que me ayudarán a salir de la depresión y que me permitieran cambiar el infierno que vivía. Conocí el programa de mindfulness de la Dra. Michelle May y auténticamente mi vida se transformó. Cuando escuché hablar a la Dra. May sobre la importancia de recurrir a las señales internas del cuerpo para responder más adecuadamente al mundo exterior, me hizo total sentido. Me di cuenta que yo estaba completamente desconectada de mi cuerpo, de mis sensaciones, emociones y por supuesto, del momento presente. Comencé a practicar mindfulness aplicado a la alimentación y note como poco a poco, me iba sintiendo mucho menos estresada e impulsiva y más tranquila. Decidí profundizar en las enseñanzas, tomar más cursos de mindfulness pero sobre todo, entendí la importancia de esforzarme para disciplinarme en la práctica de la meditación. No fue fácil establecer una práctica formal y regular de mindfulness. Lo lograba dos o tres semanas y luego volvía al automatismo y el agobio hasta que finalmente pude convertir la meditación en un hábito de vida.
Los problemas que me agobian y las situaciones que me estresan, continúan estando presentes; sin embargo, mi manera de relacionarme con ellos y de responder al estrés se ha transformado. Aprendí a desarrollar la habilidad de relajarme y de resolver las situaciones estresantes desde un estado de calma y tranquilidad. Pude observar cómo la impulsividad que era mi rasgo distintivo, comenzaba a ceder.
Estaba empezando a responder con consciencia en vez de reaccionar en automático
La práctica de mindfulness no solamente logró transformar mi vida. Hoy soy maestra certificada de Mindfulness y desde hace más de 15 años enseño a las personas que están en sufrimiento a utilizar esta extraordinaria herramienta espiritual.